Elegir la categoría adecuada de EPI, un imperativo de seguridad
Adquirir equipos de protección inadecuados a la naturaleza de los riesgos puede tener graves consecuencias, tanto para la salud de los trabajadores como para la responsabilidad del empresario.
Un EPI de una categoría inferior proporcionará una protección insuficiente , al tiempo que dará la ilusión de protección frente al peligro. Un ejemplo: utilizar guantes de protección de categoría 1 para manipular sustancias corrosivas expone directamente la piel a quemaduras químicas y puede incluso agravar estas quemaduras si el guante se «funde» sobre la piel.
Un equipamiento de categoría inadecuada también aumenta la probabilidad de accidentes laborales. Pueden producirse caídas de altura, intoxicaciones y lesiones graves si el equipo no está bien adaptado a la tarea. Por ejemplo, una mascarilla antipolvo no protege contra los gases tóxicos.
Por otra parte, en determinados casos, un EPI de una categoría superior a la exigida también puede ser perjudicial para la seguridad de los trabajadores y la calidad del trabajo. Por ejemplo, un guante con revestimiento puede ser muy impermeable y resistente, pero requiere una capa adicional de material que puede reducir la destreza y dar lugar a movimientos menos precisos.
Además de la protección física, un entorno de trabajo que se percibe como peligroso, con equipos inseguros, también puede generar ansiedad entre los empleados: estas malas condiciones de trabajo tienen entonces un efecto potencial en cascada sobre su motivación, eficiencia, productividad y concentración.